jueves, septiembre 09, 2004

¡Buenos días vida!

Sucede que uno abre los ojos por la mañana y ¡zas! ¡la luz! La vida frente a tí... horas y minutos listos ante ti para vaciar en ellos lo que tú desees... y uno deja la cama y comienza el día... luz del sol, un baño, un buen desayuno o talvez sólo un café...¿planes? quizá si, quizá no. Trabajo.... estudio... paseo... tal vez... ganas de ir a... y bueno, uno sale a la calle y decide qué cargar en los bolsillos y en el rostro (y en el subconciente también).... Al final lo que importa es salir... enfrentarse a la vida, al mundo y a la gente que nos rodea (en-fren-tar-se, en el mejor sentido: frente a frente)... como hermanos, como seres humanos razonables... saludarse... tenderse la mano... escucharse... compartir.. y hasta regalarse una sonrisa... o una moneda... o qué se yo....

Me he hecho el hábito de salir a caminar por las mañanas. Hoy salí de casa muy temprano y vi de todo. Un cielo lleno de nubes y de azul, la bandera mexicana ondeando en lo alto de un asta no muy lejana a mi departamento. Vi el rostro abatido de una mujer en el asiento trasero de un taxi, a un ciego caminando por la acera, un par de jóvenes (no mayores de 15 años) vestidos de payasos esperando un camión en la parada de la esquina, vi una mujer embarazada cargando aproximadamente 7 meses, quiza de dicha o incertidumbre, pero con una enorme sonrisa... vi al señor de los periódicos en la esquina de siempre, mi reflejo en el ventanal de un negocio, a Fer el de la tienda frente a mi oficina, al Poli que vigila la Galería de Arte (en el interior de ésta se encuentra mi oficina). Recorrí el parque de siempre con los pulmones llenos de ánimo y el espíritu engrandecido... tras unas cuantas vueltas decidí correr muy rápido hasta la casa. Escuché y sentí mi corazón como no lo había hecho en mucho tiempo. Latía fuerte y rápido... ¡tucutum-tucutum-tucutum-tucutum!... me gritaba desde adentro, me recordaba la vida dentro de mí... Llegué a mi recámara, bebí dos vasos con agua y mientras escuchaba una canción de Oasis miraba en mi escritorio la vieja fotografía de Oscar y yo en el salón de la prepa. Era uno de mis mejores amigos. Hace 4 años se la apagó la vida. Se le llenaron los minutos, las horas, los años. No hubo espacio para nada más. Un accidente de motocicleta. Tenía 24 años... Y nos ví ahí, en ese salón donde juntos soñamos algun día con un futuro prometedor. Desde el retrato, me recordó con sus ojos que yo sigo aquí, de pie.... él no. Sigue conmigo en espíritu, en mis anécdotas, en la nostálgica memoria, en mi corazón. En ese mismo órgano que minutos antes me recordó que existe, en mi pecho, sintiendo, latiendo, viviendo... que me recordó también que la vida esta allí, justo frente a mí, tal vez dividida en segundos, minutos, horas, días, meses, años... pero ahí, enfrente, para depositar en ella lo mejor de mi... para vivirla de la mejor manera posible, venga lo que venga.. para trabajar por mis sueños, para echar a andar mi buena suerte, mis ganas de ir a...... ese anhelo de triunfo, de cumplir mis metas, esa hambre de todo...
Así que tras un buen baño, un par de huevos con queso y frijoles y una exquisita taza de café de grano, salí de casa con los bolsillos llenos de gloria, llenos de sueños y de ánimo para comenzar un día más... para llegar a esta oficina a organizar mi trabajo (previa desorganización de esta mesa, ahora llena de papeles, diarios, dulces y una taza más de café)... para sentarme y sonreír, porque en mi mano, yo mismo escribí hoy, que este jueves de septiembre será un gran día...

Buen día para todos y todas... les comparto mi sonrisa y les deseo la mejor de las suertes!