miércoles, septiembre 22, 2004

Llueve nostalgia

Miércoles... un aire frío cruza la ventana en mi oficina arrastrando un olor a tierra mojada que me avisa que pronto lloverá. Me gusta la lluvia. Tanto como el olor que me avisa su llegada. Me gusta este día. Hoy cumple años un gran amigo. Con todo y lluvia celebraremos. Habrá cena, cervezas y vino... todos abrazados en nuestro ritual de siempre, allá en la Hacienda (les contaré después de ese lugar) La amistad que nos une nos nutre, por eso iré hoy con ellos, para compartir y como siempre llevarme un poco de su energía conmigo a casa, para al cerrar los ojos a la hora de dormir, hacerlo sonriendo.

El calendario se pone más flaco cada vez. Septiembre se acerca a su final. Erika, amiga entrañable, cómplice y confidente, se casó el sábado 18. La razón de mi viaje a Chiapas. Llovió en Chiapas. He comprendido el vínculo tan fuerte que la lluvia y yo tenemos hoy. Quizá antes no entendía su lenguaje. Me siguió al sur para empaparme de presagios. Las ruedas del autobús giraron para acercarme a los míos y sin planearlo... a ella. Los recuerdos de mi viaje golpetean mi mente como la lluvia fuerte de ayer sobre la ciudad... El sol de Chiapas me quemó la piel una vez más. Cuatro días intensos me bastaron para recargarme de energía. Visitas a la familia, unas copas con los primos, fútbol en el estadio a 40 grados con mi viejo... muchas cervezas ese día... mi casa, mi antigua habitación, el reencuentro con mi hermana tras no verla por un año. Amigos nuevos, reencuentros, desencuentros, abrazos, comida con mis abuelos, con las historias y el amor de siempre.


La fiesta por la boda de Erika, grandiosa. Intimidad, nostalgia, mucha alegría, más nostalgia, felicidad sin limites, sueños, amigos, música, baile... más presagios... para mi amiga, para su nuevo compañero de viaje... para mí también... Bailé como loco... con la vida y con mis sueños... y lo hice también con alguien especial.... me quedé con todo eso y me lo traje en mi regreso a Xalapa... viajaron conmigo su cabello, su sonrisa, su alegría, sus nervios, su terquedad, su mirada frágil, sus temores, sus sueños... (gracias por regresar) El último día me desperté temprano... más visitas, más abrazos, más de mi gente y de mi tierra... el sol salió y se libró de nubes para apuntarme de nuevo en el rostro... para hacerme sentir en casa... para hacerme sonreír... porque al final fue un buen viaje... enorme... lleno de lo que más quiero en la vida... mis padres, mis hermanos, mis abuelos, mi familia, mis mejores amigos. Lleno de sol, de alegría, de encuentros maravillosos, de sueños nuevos... Lo dije una vez... “viajar para regresar”... y lo sostengo... viajo para regresar siempre a mis raíces, a mi centro... a mí... y de esta última experiencia... me queda la fresca nostalgia que como también lo dije un día... perdura para disfrutarse...

¿Lo mejor de todo el viaje? Ver el amanecer del domingo con el azul entre mis brazos...