miércoles, noviembre 10, 2004

De la clemencia del otoño...

En los últimos días, la trama de mi vida se me ha presentado como un inquietante mecanismo de precisión. La niebla del porvenir se va diluyendo. La trancisión a la adultez ha sido implacable conmigo, mas no estéril. Los sueños perdidos flotan en los huecos de mi cerebro. Como destellos se revuelcan en mi cabeza dejando una huella que intento seguir. Me exijo paciencia. Con noviembre y las heladas llegó también la filosa nostalgia por el tiempo pretérito. He vuelto a ese tiempo extraño de los regresos. Donde el pasado se hace presente. Donde uno se reencuentra con el fantasma de lo que pudo ser y esa seductora imposibilidad de retomar la vida donde se dejó. Por ahora he resultado victorioso en mi afronta. Sonriéndole al destino por lo que ha puesto hasta ahora frente a mis pies. Lo he gozado. Ver aquel adolescente que era yo y sus planes de conquistar lo inconquistable y de trascender la franja de lo ilimitado; también recordar los amores pasados con gratitud a la vida por haberme permitido escribir en ellos una parte importante de mi historia... Quizá los engranes del tiempo no giran en vano... y quizá no es casualidad lo que sucede a mi alrededor, sino la causalidad de un destino lúdico que por hoy, me abraza con el frío, mientras el otoño arranca también (muy lentamente) las hojas secas de mi espíritu...