martes, junio 01, 2004

Preeeparen, aaapunten...... lluvia!

Me gusta mojarme, es verdad, pero una cosa es sentir el agua de lluvia sobre la piel y deleitarse con la magnificencia del universo... y otra, verse rodeado y acribillado por ese ejército transparente que en este momento invade la ciudad... Además es definitivo, aquí la lluvia cae desde abajo. Los charcos no son charcos, son trincheras. Ocupadas por ese ejército de partículas panzonas que se lanzan desde el suelo a una muerte inminente. Los verdaderos charcos se forman en el pozo azul de allá arriba... ¿o qué? ¿te creíste que esa masa grisácea que flota allá en lo alto son nubes? Son cementerios. Los espíritus de las gotas divagando en la atmósfera. Hay trillones de ellos. Por las noches, desde que el mundo es mundo, batallones descomunales de gotas viajan cientos de kilómetros camuflajeados de frío y sigilosamente ocupan sus trincheras. Ahí aguardan una orden de arriba. Esperan silenciosas... sólo observan: los coches, los transeúntes, los edificios, los perros callejeros, las bicicletas, los vagabundos, las rídiculas sombrillas, los árboles... De repente la orden es emitida. Un estruendoso sonido acompañado de una ráfaga de luz que corta el pozo azul en dos es la señal. Millones de gotas nadan en el aire, pesadas, duras, panzonas, golpeando todo a su paso. Son gotas suicidas. Nos invaden. Llueven terriblemente hasta empapar el cielo... hasta cubrirlo de un gris denso... hasta volverse fantasmas...
Por eso las verdaderas nubes lloran... están tristes... el cielo es un gran depósito de cadáveres de gotas... Desde acá abajo sólo alcanzamos a ver millones de fantasmas de gotas errantes... navegando de océano en océano, de continente en continente, de luna en luna... Algunas veces el sol las guía a su inevitable destino, les tiende un puente de colores para aminorar las distancias... pero siempre estan ahí, flotando por siglos en el éter... aguardando por el fin de los días...